"El árbol de la vida" de Terrence Malick

Crítica de la película “El árbol de la vida” de Terrence Malick

EL PASTEL EMPACHOSO DE MALICK

El árbol de la vida es el quinto film de Terrence Malick en 40 años, sin duda uno de los más esperados, considerando sus obras anteriores, entre las que destaca La delgada línea roja. Tras décadas de meticulosidad, ha debido de brotarle cierta prontitud, pues entre 2012 y 2013 aparecerán sus tres nuevos proyectos, lo cual resulta curioso.

Este estreno en la cartelera española, hace sólo una semana, ha suscitado todo tipo de opiniones y, a pesar de ser la ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2011, ha dividido las filas  tanto de los aficionados al cine como de la crítica profesional.

Todo aquel que se encuentre sobradamente cómodo con las tramas de acción o las comedias americanas y que no desee más que el puro entretenimiento, no hallará su lugar viendo este largometraje. El resto de los espectadores, quienes deseen ampliar sus horizontes, se verán  fascinados, timados o, incluso-y lo que es más interesante-, desconcertados. Entonces, ¿cuál es la valoración acertada de esta película? La respuesta es compleja, delicada y está lejos de ser rotunda, porque son varios los factores que entran en juego.

Pocas son los textos cinematográficos que, hoy día, nos hacen reflexionar y, sobre todo, acerca de cuestiones existenciales. Por ello, “El árbol de la vida” tiene unos propósitos excepcionales y bien encaminados. Escudriña en lo más profundo de nosotros para agitar las inquietudes que guardamos y que, probablemente, jamás entenderemos. Aunque comience con la muerte, trata la vida, en la que Jack (Hunter McCracken) nace, ama, odia, crece y pierde a su hermano.

En el pensamiento de Malick todo estaría muy bien planteado-o no-, sin embargo, a la hora de llevarlo a la práctica no conseguimos ver la lógica, ni siquiera caótica, de lo que se nos ofrece. Esto es debido a  que, al margen de ser una obra surrealista-lo cual le da un aire desafiante-, muchas de las metáforas son asumidas como una fe, pues son incomprensibles desde cualquier ángulo. Asimismo, no hay un relato claro que “enganche”. La película se entiende como un puzle, a través de piezas que, sin necesidad de ser encontradas con un orden cronológico, fueron puestas en un lugar como podían haber sido colocadas en cualquier otro.  Por tanto, no existe la coherencia requerida entre la lírica y lo narrativo.

Con las imágenes de la creación del universo en la media hora inicial y la voz en off de distintos miembros de la familia, el director intenta hacernos ver la inmensidad de la que formamos parte. De hecho, lo consigue, pero también da lugar a que la sala de cine divague hasta desconectar. Treinta minutos sin presencia humana se hacen desesperantes, aún mostrando especial atención a la belleza que desprende la iconografía, por otro lado, digna de admirar.

El recurso de la voz en off es usado de forma insaciable durante el resto de la película, dada la práctica ausencia de diálogos. De este modo, los acertados movimientos y las posiciones de la cámara delegan en las imágenes el poder de hablar. Nos permiten desde recordar con el Jack adulto (Sean Penn), hasta sentirnos claustrofóbicos y mareados en la piel de la señora O´Brien (Jessica Chastain) con la muerte de su hijo. No obstante, debemos tener en cuenta que una película no se puede construir exclusivamente a base de imágenes.

En lo que respecta a los actores, hacen un gran trabajo. Brad Pitt calca el papel de padre severo que ama a sus hijos. La actuación de Chastain como madre angelical es insuperable. No se quedan atrás los niños y, en concreto, el protagonista, capaz de llevarte hasta donde el desee. El problema lo hayamos en Sean Penn: el actor desaprovechado, puesto que las escenas que acapara son escasísimas.

El final defrauda a grandes rasgos. Malick no se molesta en el allegro culminar, intentado al principio. No sorprende, no aporta nada. Descuida la guinda de un pastel con algunos pisos un tanto mustios.

Lo que a nadie deja indiferente es la música. Alexandre Desplat te sumerge en la película y consigue un efecto hipnotizador. Es capaz de embriagarte de tranquilidad al mismo tiempo que mantiene la tensión.

A sabiendas o no, el director se las da de presuntuoso en el sentido de ampliar su trabajo infinitamente. Podía haber expresado y contado lo mismo en un tiempo considerablemente menor, sin tantas excentricidades y con una estructura más definida. El resultado, además de espectacular, hubiera sido digerible.

Aquí os dejo el thriller de la película, que no se parece en nada a lo que después encontramos en la cinta.

Espero que me deis vuestra opinión.

¿Te ha gustado "El árbol de la vida"?

¿Qué piensas de las otras películas de Malick?
¿Se merecía el galardón de Cannes?
¿Ves adecuada la medida que han tomado algunos cines de devolver la entrada si te sales en la primera media hora?